مكتوب

Ella no lo sabía, pero su destino estaba escrito mucho antes siquiera de que se gestase en el vientre de su madre.  No existía ninguna profecía escrita sobre su vida y mucho menos nadie esperaba que tuviera que vivir todo lo que le aguardaba, pero su vida estaba escrita. Cada acción, cada palabra, cada movimiento, cada decisión, todo estaba escrito en el aire. Todo la rodeaba constantemente, como protegiéndola e impulsándola a actuar. Ella no sabía de dónde venía toda esa fuerza y ese instinto que le empujaba a hacer ciertas cosas, simplemente sentía que era lo que debía hacer, por mucho que se saliese de las normas sociales que se empeñaban en que cumpliera. Ella no iba a ser una más, y su madre, en cierto punto del embarazo, pudo notarlo. Su hija moriría, a su hija la matarían por ser ella. No había nacido y ya estaba muerta. Su destino la había matado, pero la necesitaba viva, necesitaba que cumpliera su parte, que acabase con todo ese mundo oculto de injusticias y cosificación.

Llegó un punto en que ella se dio cuenta de su destino. Notó cómo esa fuerza y ese instinto le guiaban por un camino que solo conducía a un final. Sabía todo lo que tenía que hacer antes de que llegase ese final y sabía que no sería nada fácil, y mucho menos para aquellos de su entorno más cercano. Pero estaba escrito, y esas palabras flotaban a su alrededor, como queriendo que no lo olvidase nunca. Al principio le costó aceptarlo, intentó con todas sus fuerzas no seguir ese camino, pero al poco tiempo se dio cuenta de que era inútil. Se decidió a seguir su destino. Acabaría con todo ese sistema y moriría con él.

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